lunes, 20 de octubre de 2008

Cada año, miles de millones de mamíferos y aves son matados para servir de alimento. Pero muy poca gente es capaz de establecer alguna relación consciente entre esta matanza y la carne que diariamente aparece en sus mesas. Los mataderos comerciales son como visiones del infierno. Chillando y lanzando lastimeros alaridos, los animales son aturdidos a martillazos, choques eléctricos o sacudidas y golpes. Luego, amarrados por las patas, son alzados por los aires y llevados a través de las fabricas de la muerte mediante sistemas de correas mecanizadas. A menudo, aun vivos, son degollados y descuartizados. Describiendo su reacción al visitar un matadero, Peter Burwash escribió en su libro Un ABC vegetariano: “Yo no me acobardo ante la violencia. He jugado hockey hasta el punto que me han tumbado y echo tragar todos mis dientes. Y me muestro extremadamente competitivo mientras juego al tenis... pero esa experiencia en un matadero me sobrecogió. Cuando salí de él, ¡tuve la certeza de que nunca mas le haría daño a un animal! Yo supe que lo que constituía el verdadero fundamento de mi compromiso con el vegetarianismo no era ninguno de todos los argumentos fisiológicos, sino mas bien el haber vivido personalmente esa experiencia de crueldad humana hacia los animales.”

Grecia Y Roma Antiguas

Consideraciones de tipo ético han atraído a muchas de las mas grandes personalidades del mundo a adoptar una dieta vegetariana. Pitágoras, famoso por su contribución a las matemáticas, especialmente a la Geometría, dijo: “!Oh, hombres, hermanos míos! No contaminen sus cuerpos. Nosotros tenemos maíz, tenemos manzanas que doblan las ramas con su peso y uvas que crecen exuberantes sobre las viñas. Existen hierbas de dulce aroma, y vegetales con aroma a tomillo. La tierra ofrece una abundante provisión de riquezas, y les ofrece banquetes que no involucran derramamientos de sangre ni matanza; únicamente las bestias satisfacen su hambre con carne.”
En su ensayo titulado “Sobre comer carne”, el autor latino Plutarco escribió: “¿pueden realmente preguntar por que razón Pitágoras se abstenía de comer carne?. Por mi parte, yo mas bien me pregunto extrañado que en virtud de que accidente y bajo que estado mental vino el primer hombre a poner su boca en contacto con la sangre coagulada, y llevo a sus labios la carne de una criatura muerta, exponiendo su mesa a la muerte, con cuerpos rancios, y se aventuro a llamar comida y alimento a las partes de algo que poco antes había bramado, había llorado, se había movido y vivido. ¿Cómo pudieron sus ojos soportar la matanza cuando estaban siendo degollados, su piel desollada y sus miembros arrancados con violencia unos de otros? ¿Cómo fue que la contaminación no desvió su paladar, cuando este hizo contacto con las llagas de otros y chupo los jugos y los sueros de sus heridas mortales?. No es en verdad ni a los leones ni a los lobos a quienes nos comemos en defensa propia: por el contrario, a ellos nosotros los ignoramos y matamos a inofensivas criaturas que no poseen ni garras ni dientes para dañarnos. Por conseguir un poquito de carne los privamos de sol, de la luz y de la duración de la vida a la cual tienen derecho por nacimiento y existencia.”
Luego él lanzo este desafío a quienes gustan de comer carne: “Si declaran que están destinados por la naturaleza a una dieta semejante, entonces primero maten por ustedes mismos lo que quieran comer. Mas háganlo, no obstante, mediante sus propios recursos, sin el auxilio de ningún cuchillo o garrote, ni ningún tipo de hacha.”

Da Vinci, Rousseau, Franklin...

El gran pintor del Renacimiento, también inventor, escultor y poeta, Leonardo Da Vinci, consideraba que los cuerpos de quienes comen carne son “lugares fúnebres”, cementerios de los animales que se comen. Sus libros de notas están llenos de pasajes que muestran su compasión por las criaturas vivientes. El lamentaba: “Un incontable numero de esos animales serán arrebatados de sus crías, abiertos violentamente y bárbaramente masacrados.”
El filosofo francés, Juan Jacobo Rousseau, era un defensor del orden natural. El hizo la observación que los animales carnívoros eran mas violentos y crueles que los herbívoros. Por consiguiente, él razono que una dieta vegetariana produciría personas mas compasivas. Incluso llego a aconsejar que no se les permitiera a los carniceros testificar en los tribunales de justicia ni formar parte de jurados.
En “La riqueza de las naciones”, el economista Adam Smith proclamó las ventajas de una dieta vegetariana. “En realidad, bien puede ser puesto en tela de juicio el hecho de que la carne sea de alguna manera necesaria para la vida. Los granos y otros productos vegetales, con el auxilio de la leche, el queso y la mantequilla, o el aceite donde la mantequilla no se encuentra disponible, nos ofrecen una dieta mas abundante, mas saludable, mas nutritiva y mas vigorizante. Por decencia, ningún hombre debería comer carne.
Consideraciones similares motivaron a Benjamín Franklin a volverse vegetariano a los dieciséis años de edad. Como consecuencia, Franklin observó “mayor progreso, derivado de una mayor claridad mental y una mayor velocidad de compresión”. En sus escritos autobiográficos el calificó el comer carne de “asesinatos no provocados”.
El poeta Shelley era un vegetariano convencido. En su ensayo “Una reivindicación de la dieta natural”, el escribió: “Permitan que aquel que defiende el alimento de origen animal sea forzado a someterse a un experimento decisivo respecto a su aptitud para consumir tal alimento, y que tal como lo recomendó Plutarco, despedace un cordero vivo con sus dientes y que, metiendo la cabeza entre los órganos vitales, sacie su sed con la corriente sanguínea... entonces, y solo entonces, será consecuente”. El interés de Shelley por el vegetarianismo comenzó cuando era un estudiante en Oxford, y el y su esposa Harriet adoptaron la dieta tan pronto como se casaron. En una carta fechada el 14 de marzo de 1812, su esposa le escribió a un amigo: “Hemos decidido renunciar a la carne y adoptar el sistema de Pitágoras”. Shelley, en su poema “La reina Mab”, describe un mundo utópico en donde los hombres no mataban a los animales para comérselos:

...Ahora él ya no mata
al cordero que le mira al rostro,
ni horriblemente devora su destrozada carne
la que, para vengar continuamente
la quebrantada ley de la naturaleza,
excitó todos los pútridos humores de su cuerpo,
todas las malas pasiones y toda vana creencia
el odio, la desesperanza, la aversión en su mente,
los gérmenes de la miseria, la muerte, la enfermedad y el
crimen.

El escritor ruso León Tolstoy se volvió vegetariano en 1885. Abandonando el deporte de la cacería, el defendió “el pacifismo vegetariano” y se oponía a la matanza incluso de las entidades vivas mas pequeñas como las hormigas. El sintió que había una secuencia natural de la violencia que conducían inevitablemente a la sociedad humana a la guerra.
Al matar, decía, “el hombre suprime innecesariamente en si mismo la capacidad espiritual mas elevada, aquella en virtud de la cual experimenta simpatía y piedad por las criaturas vivas como el mismo y, al violar sus propios sentimientos, el se vuelve cruel”.
Henry David Thoreau en “Walden” escribió: “¿No es un reproche el que el hombre sea un animal carnívoro? Cierto es que él puede y en gran medida vive haciendo victimas a los otros animales, pero esa es una costumbre miserable- tal como lo puede llegar a saber cualquiera que vaya a cazar conejos o a degollar corderos- y será visto como un benefactor de su raza aquel que enseñe al hombre a restringirse a una dieta mas inocente y saludable. Cualquier cosa que mi propia practica pueda ser, yo no dudo que parte del destino de la raza humana en su gradual perfeccionamiento, lo constituye el dejar de comerse a los animales, así como con seguridad, las tribus salvajes han dejado de comerse unos a otros después de establecer contacto con los mas civilizados”.

De mas esta decir que el gran apóstol de la no violencia del siglo XX , Mohandas Gandhi, fue vegetariano. Sus padres, siendo creyentes hindúes, jamás le dieron ni carne, ni huevo, ni pescado. No obstante bajo el dominio británico, hubo una gran ofensiva en contra de los principios tradicionales de la cultura india. Bajo tales presiones, muchos hindúes comenzaron a adoptar los hábitos occidentales de comer carne. Incluso Gandhi cayó victima de tal cosa por consejo de algunos condiscípulos, quienes lo incitaron a comer carne, pues le dijeron que esto le aumentaría la fuerza y el valor. Pero mas adelante el se limito a una dieta vegetariana y escribió: “Yo sostengo que la carne como alimento es inadecuado para nuestra especie. Si nosotros somos superiores al mundo animal inferior, hemos errado al copiarlo.”
El dramaturgo ingles George Bernard Shaw primero trato de volverse vegetariano a la edad de veinticinco años. “Fue Shelley quien por primera vez me abrió los ojos ante lo salvaje de mi dieta”, escribió en su autobiografía. Los doctores de Shaw le advirtieron que la dieta acabaría con su vida. Años después, cuando ya era anciano y se le pregunto el por que no les había mostrado lo bien que le había hecho, él respondió: “Lo hubiera echo, pero todos ellos habían fallecido hace años”.
El novelista H.G.Wells escribió, respecto al vegetarianismo en su visión de un mundo futuro, “Una utopia moderna”:”Por ninguna parte en todos los alrededores de Utopía había carne. No se acostumbraba. Pero ahora nosotros no podemos dejar de pensar en mataderos. Y en una población que es completamente educada y con casi el mismo nivel de rendimiento físico, es prácticamente imposible encontrar a alguien que quiera entrarle con un cuchillo a un buey a un cerdo muertos... aun puedo recordar de cuando era niño el regocijo con ocasión de la clausura del ultimo de los mataderos”.
El escritor Isaac Bashevis Singer muestra poca paciencia ante quienes pretenden racionalizar intelectualmente el habito de comer carne: “Varios filósofos y lideres religiosos tratan de convencer a sus discípulos y seguidores de que los animales no son mas que maquinas sin alma, sin sentimientos. No obstante, cualquier persona que haya vivido alguna vez con un animal ya sea un perro, un pájaro e incluso un ratón, sabe que esta teoría es una mentira desvergonzada, inventada para justificar su crueldad”.

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